13/08/2019
Una encuesta de soledad a nuestros usuarios nos llevó a visitar las casas de personas con teleasistencia Atenzia que habían aceptado participar.
Pablo, un hombre de edad avanzada con un perfecto estado de salud se había ofrecido encantado a contestarnos a las preguntas. Manteníamos contacto frecuente con él, conocíamos sus historias, sus ideas, con quién hablaba y cómo echaba de menos a su mujer, que había fallecido de cáncer hace un tiempo.
Esa mañana que fuimos a visitarlo nos enseñó su casa, mostrándonos cómo invertía su tiempo en fabricar maquetas de madera que más tarde donaba a obras benéficas. Nos contó cómo era su día a día y que desde que su esposa se marchó, había dedicado su tiempo a escribirle relatos diarios que lo hacían sentirse cerca de ella. Páginas y páginas de sinceros sentimientos que atravesaban esa línea inmensa que los había separado, la muerte.
De repente, se dirigió a nosotros y nos dijo: "Leed, por favor". Entre las cosas que estaban escritas, aparecíamos nosotros, Atenzia. Especificando la llamada del centro de atención de su zona y el nombre de la coordinadora que lo visitó.
Entre párrafos y párrafos, le contaba a su mujer que íbamos a ir a verlo, lo agradecido que estaba cada vez que lo llamábamos. Se sentía feliz de poder decirle que tenía una familia que lo cuidaba y que allí donde estuviese, podía estar tranquila.
Una encuesta de soledad fue la causante de que tuviésemos una relación aún más estrecha con él, y nos hiciera ver que, poniéndole ganas le dábamos más valor a la vida.
Nos quedamos con esos relatos hechos poesía donde aparecíamos y con la alegría de aquel hombre que ahora llevamos en nuestros corazones.
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