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Qué es la hipertensión: causas, síntomas y prevención

27/04/2021

Tensiómetro con unas cifras normales de tensión arterial para mayores de 65 años

La presión arterial alta, hipertensión arterial (HTA), es conocida como la muerte silenciosa, debido a que en muchos casos las personas que sufren esta patología no lo saben. En este sentido, sin tratamiento, la presión arterial alta aumenta apreciablemente el riesgo de un ataque al corazón o de un accidente cerebrovascular.

En este artículo te explicamos qué es la hipertensión, sus consecuencias y causas. Al igual, te mostramos qué hacer para prevenir esta patología y una serie de consejos para pacientes hipertensos.

Qué es la hipertensión

La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias al ser bombeada por el corazón, con el objetivo de llevar la sangre a todas las partes del cuerpo. Cuanto más alta es la tensión, más esfuerzo tiene que realizar el corazón para bombear.

Por lo tanto, la hipertensión, también conocida como tensión arterial alta o elevada, es un trastorno en el que los vasos sanguíneos tienen una tensión persistentemente alta, lo que puede dañarlos.

La elasticidad de la aorta y de las arterias principales nos permite mantener la presión bajo control. Sin embargo, esta elasticidad va disminuyendo con el paso de los años, por lo que es frecuente encontrar cifras altas de tensión arterial en mayores de 65 años.

Concretamente, la tensión arterial normal en adultos es de 120 mm Hg la tensión sistólica, cuando el corazón late, y de 80 mm Hg la tensión diastólica, cuando el corazón se relaja. Hay distintos niveles de hipertensión según cuanto rebase nuestra presión arterial estas cifras.

Consecuencias de la hipertensión

La tensión arterial alta puede dañar silenciosamente el organismo durante años, por lo que podemos estar sufriéndola sin notar ningún síntoma. La hipertensión no controlada durante un largo tiempo puede llegar a generar una serie de graves consecuencias y complicaciones, entre ellas:

  • Pérdida de elasticidad de las arterias: la presión puede aumentar el grosor de las células musculares, haciendo más estrechas las arterias y, por tanto, limita el flujo sanguíneo que circula por el organismo.
  • Hipertrofia y dilatación del corazón: la hipertensión obliga al corazón a trabajar con más intensidad, aumentando su grosor por la sobrecarga. Esto hace que el órgano sea incapaz de mantener el flujo sanguíneo adecuado.
  • Daño renal: una tensión alta prolongada puede dañar los riñones si las arterias que los riegan se ven afectadas.
  • Daño ocular: la hipertensión puede generar rupturas en los pequeños capilares de la retina del ojo, ocasionando derrames. Este problema se denomina «retinopatía».
  • Daño cerebral: cuando una parte del cerebro se ve privada de oxígeno y nutrientes se sufre un accidente cerebrovascular, caracterizado por la muerte de las células cerebrales. Asimismo, el estrechamiento o bloqueo de las arterias puede limitar el flujo sanguíneo al cerebro, generando un cierto tipo de demencia, la demencia vascular.

Asimismo, podemos sufrir una hipertensión maligna, es decir, una presión arterial muy alta que aparece de manera repentina y rápida. En este caso, la afección se convierte en una emergencia médica que requiere tratamiento inmediato, a menudo con hospitalización.

Por qué se produce

Casi todos los casos de HTA constituyen lo que se denomina hipertensión primaria o esencial, es decir, una presión arterial alta sin una causa reconocible. Aunque se desconoce el motivo detrás de la hipertensión, existen diversos factores que aumentan el riesgo de sufrir de esta enfermedad, tales como:

  • Edad: el riesgo de tener presión arterial alta aumenta con el envejecimiento, por eso es normal encontrar problemas con la tensión arterial en mayores de 65 años.
  • Antecedentes familiares: la presión arterial alta suele ser hereditaria.
  • Sobrepeso u obesidad: el peso influye en la cantidad de sangre que se necesita para suministrar oxígeno y nutrientes a nuestros tejidos. A más sangre fluyendo por los vasos sanguíneos, más presión en las paredes de las arterias.
  • Falta de actividad física: si no somos físicamente activos, nuestra frecuencia cardiaca es mayor, lo que obliga al corazón a trabajar más con cada contracción y aumenta la presión sobre las arterias.
  • Consumo de tabaco: las sustancias químicas que contiene el tabaco pueden dañar el recubrimiento de las paredes de las arterias.
  • Mucho consumo de sal (sodio): puede provocar que el cuerpo retenga líquido, lo que aumenta la presión arterial.
  • Cantidad insuficiente de potasio en tu dieta: el potasio es fundamental para mantener una buena salud del corazón, ya que ayuda a equilibrar la cantidad de sodio en las células.
  • Consumo excesivo de alcohol: las bebidas alcohólicas estimulan el sistema nervioso simpático y la frecuencia cardíaca, lo que hace subir la tensión arterial. Como consecuencia, beber en exceso puede llegar a dañar el corazón.
  • Estrés: ciertos factores emocionales, como el estrés, la ira o la ansiedad, pueden provocar un aumento temporal de la tensión arterial.
  • Ciertas enfermedades crónicas: la enfermedad renal, la diabetes o la apnea del sueño, entre otras, pueden aumentar el riesgo de tener presión arterial alta.

El tipo menos común de presión arterial alta es la denominada hipertensión secundaria, cuando la enfermedad es causada por otra patología o afección. En este sentido, muchos casos de HTA secundaria son ocasionados por trastornos renales. También es posible padecer esta hipertensión debido a reacciones a medicamentos recetados para otros problemas médicos o por estar embarazada.

Cuáles son los síntomas

Respecto a los síntomas, la hipertensión arterial se detecta en la mayoría de casos al acudir a una revisión médica o al tomarnos la tensión en cualquier otra parte. Esto significa que podemos no presentar ningún síntoma al tener la presión arterial alta, por lo que es posible descubrir que la padecemos de forma casual.

No obstante, esta afección puede detectarse a raíz de una serie de efectos que se dan, sobre todo, en el caso de hipertensión maligna.

  • Dolor de cabeza.
  • Hemorragia nasal.
  • Visión borrosa.
  • Cambios en el estado mental como: ansiedad, confusión, pérdida de memoria, disminución de la lucidez mental, reducción en la capacidad de concentración o fatiga.
  • Dolor en el pecho y dificultad para respirar.
  • Tos.
  • Náuseas o vómitos.
  • Disminución del gasto urinario.
  • Convulsiones.
Adulto tomándose la tensión arterial con un tensiómetro en su casa
Debido a que en la mayoría de casos la hipertensión no presenta síntomas, a partir de los 40 años es importante hacerse revisiones rutinarias para vigilar nuestra tensión arterial.

Cuándo debes consultar a un médico

Al tener una subida repentina de la tensión, podemos presentar algunos síntomas que hemos mencionados antes, como dolor de pecho intenso y de cabeza, confusión, visión borrosa, convulsiones, náuseas y vómitos, entre otros. En estos casos, si ya hemos sido diagnosticados de hipertensión, es importante tomar la medicación indicada por el médico y reposar, intentando relajarse.

Sin embargo, si la presión arterial se mantiene en niveles muy elevados después de una hora, podemos estar sufriendo una crisis hipertensiva. Esta situación se da cuando los valores de la tensión son superiores a los 210/120 mm Hg y puede ser de dos tipos:

  • Urgencias hipertensivas: aquellas en las que no hay síntomas ni una evidente afectación de los órganos. En este caso, basta con reducir la tensión arterial, normalmente, mediante la administración de fármacos vía oral y tras unas 24-48 horas está controlada.
  • Emergencias hipertensivas: además del aumento significativo de la tensión arterial, esta crisis también se caracteriza por causar alteraciones orgánicas graves, sobre todo, a nivel cardíaco, cerebral o renal. Esto supone un riesgo para la vida del paciente, por lo que la atención médica inmediata es muy importante.

Una presión arterial elevada puede conllevar riesgos como rupturas de vasos sanguíneos, hinchazón del cerebro o insuficiencia renal, haciendo necesario bajar la presión cuanto antes. En este sentido, para tratar la crisis hipertensiva podría ser necesaria la hospitalización para el suministro de medicamentos por vía oral o intravenosa.

Cómo se diagnostica

Como ya hemos mencionado, la hipertensión arterial suele diagnosticarse en una revisión médica. Una vez que se constata que realmente existen cifras altas de presión arterial, el siguiente paso es determinar la causa, la presencia de otros factores de riesgo cardiovascular y el estado de los órganos del paciente.

En ocasiones, el estudio de la hipertensión arterial puede descubrir alguna de las consecuencias de esta patología como problemas de corazón, insuficiencia renal o lesiones cerebrales.

El proceso del diagnóstico comienza por un interrogatorio médico completo, luego se realiza una exploración física y, finalmente, se mandan los estudios analíticos necesarios. En el caso de que exista alguna sospecha de que hay una enfermedad causante de la hipertensión arterial (hipertensión secundaria) es conveniente completar el estudio cardiológico con otros estudios orientados a encontrar dicha causa.

Es importante contar con un diagnóstico temprano de presión arterial alta, ya que puede ayudar a prevenir en gran medida ciertas enfermedades crónicas causadas por una hipertensión prolongada.

Prevención y tratamiento de la hipertensión

El tratamiento y los cambios en el estilo de vida son una gran ayuda para controlar la presión arterial alta y reducir el riesgo de complicaciones en nuestra salud y bienestar. Según el nivel de nuestra tensión arterial, el médico nos puede recomendar varios tratamientos:

  • Entre 120/80 y 130/80 mm Hg: en este punto se suele pedir al paciente que realice cambios en el estilo de vida para bajar la presión arterial a un rango normal. Muy pocas veces se recomienda la toma de medicamentos en estos niveles de presión arterial alta.
  • Entre 130/80 y 140/90 mm Hg: en principio, el médico mandará al paciente un cambio de estilo de vida. Pero, si el nivel de tensión arterial se mantiene o aumenta al repetir las mediciones después de unos meses, se comenzará con el tratamiento farmacológico.
  • Más de 140/90 mm Hg: en este caso, se comenzará directamente con el tratamiento con medicamentos y, a su vez, se recomienda al paciente que cambie su estilo de vida.

Respecto a los medicamentos para la hipertensión, es normal que un solo fármaco no sea suficiente para controlar la presión arterial, y es posible necesitemos tomar dos o más. Asimismo, es fundamental que tomemos los medicamentos que nos ha recetado el médico y, en caso de presentar algún efecto secundario, debe ser el especialista el que los sustituya por un medicamento diferente.

En cuanto a las medidas de prevención, la mayoría de las personas puede evitar tener una presión arterial alta con cambios en el estilo de vida diseñados para bajarla.

Consejos para personas hipertensas

Si sufrimos de hipertensión hay una serie de consejos que debemos tener en cuenta para que el problema no empeore y desemboque en las consecuencias que ya hemos mencionado como accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos o insuficiencia renal, entre otras.

En este sentido, las medidas más recomendables para pacientes hipertensos son las siguientes:

  • Evitar el sedentarismo. Hacer ejercicio físico dinámico moderado al menos 30 minutos cada día de 5 a 7 días por semana comporta un beneficio a largo plazo en el pronóstico de los pacientes.
  • Disminuir el consumo de sal a, máximo, 5-6 g de sal por día.
  • Limitar el consumo de alcohol.
  • Consumir una alimentación cardiosaludable que incluya potasio y fibra. Incrementar la ingesta de vegetales, frutas, dieta baja en grasas saturadas.
  • Tomar mucha agua.
  • No fumar.
  • Revisión de la presión arterial, a partir de los 40, cada 2 años.
  • Reducir el estrés. Trate de evitar factores que le causen estrés, y pruebe con meditación o yoga para desestresarse.

También es muy recomendable hacerse con un tensiómetro casero para realizar lecturas de nuestra presión arterial en casa. En este caso, debemos cerciorarnos de que conseguimos un aparato de buena calidad, con el manguito del tamaño apropiado y un lector digital. Cuando nos toque la revisión médica podemos llevar el tensiómetro casero a la cita con el doctor para que verifique si está funcionando correctamente.