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La alimentación es una cuestión fundamental en la salud de las personas mayores y por eso es algo que tenemos muy en cuenta en los servicios de teleasistencia que ofrecemos para el cuidado de nuestros usuarios.
A menudo nos encontramos ante casos de personas mayores que han visto mermadas sus ganas de comer. Este trastorno, conocido como hiporexia, es algo habitual y puede ocasionar problemas a la hora de alimentar a una persona mayor, por eso en este artículo nos encargamos de explicártelo y ayudarte a entender qué puedes hacer para evitar la falta de apetito en ancianos.
La pérdida del apetito en los adultos mayores se denomina hiporexia, que difiere de la anorexia en cuanto a que, en esta segunda, la pérdida de apetito es total y no parcial.
Este trastorno alimentario afecta a más de ocho millones de personas en España y puede tener su origen en múltiples causas. Una patología que es importante controlar ya que puede entrañar un grave peligro para la salud de quien la padece pudiendo causar desnutrición.
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La hiporexia se presenta en personas mayores de 65 años y, aunque este trastorno puede tener diversos orígenes, la mayoría de las veces estos están relacionadas de forma directa o indirecta con la edad. Los motivos que provocan la hiporexia pueden dividirse en físicos y anímicos:
Existen razones relacionadas con los cambios habituales de la edad o problemas de salud que pueden provocar la aparición de la hiporexia. Con la edad el estómago reduce su volumen y el gasto energético es menor por lo que la sensación de hambre también se reduce.
Otro de los cambios habituales en la tercera edad es la pérdida del gusto o el olfato, con lo que la percepción del sabor de los alimentos varía y estos se vuelven menos apetecibles.
Además, debemos prestar atención a la hiporexia porque en ocasiones puede producirse por la ingesta de algún medicamento que altera el sabor de los alimentos, pero también puede deberse a alguna enfermedad no diagnosticada.
Aunque la pérdida de apetito es frecuente que se produzca por las causas expuestas anteriormente, el estado anímico o ciertos trastornos mentales también pueden influir en su aparición. Es el caso, por ejemplo, de la depresión.
También el aislamiento o la soledad en personas mayores pueden provocar, además del abandono de otros hábitos saludables, esta disminución de las ganas de comer.
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Además de los cambios en el organismo y la rutina de las personas mayores, por lo general existe un mayor sedentarismo y por lo tanto menor gasto calórico, por lo que es normal que haya una disminución en el apetito.
Sin embargo, si este es extremo, el mayor sufre una pérdida repentina y pronunciada de peso o incluso rechaza las comidas que antaño disfrutaba, debemos de prestar atención. Ante cualquier duda o sospecha, lo mejor es consultar con el médico.
Ante la mínima sospecha o señal de la pérdida de apetito del mayor, es importante realizar una serie de cambios tanto en la dieta como en la planificación de comidas para conseguir mantener el valor nutricional de las mismas y evitar la desnutrición. Esto incluye no solo la incorporación de alimentos más nutritivos sino también la eliminación de la dieta de comidas saciantes u optar por alimentos que al mayor le gusten, por ejemplo.
Lo que no debemos hacer en ningún caso es presionar al mayor para que coma si no tiene hambre sino encontrar la forma de que el paciente mantenga una dieta sana y equilibrada, manteniendo la calma y ofreciendo nuestro apoyo.
En este sentido la familia será una pieza clave en la detección de este trastorno alimentario, así como en el tratamiento, no solo de esta patología sino de las causas que la pueden ocasionar. Para eso debemos entender que la disminución del apetito es algo habitual en la tercera edad, pero que se ha de realizar un seguimiento.
Además, es importante acudir al médico si detectamos cualquier anomalía o complicación.
En definitiva, si quieres que la hiporexia no se convierta en un problema de salud grave y si detectas una disminución en el apetito del mayor, ten en cuenta los siguientes consejos:
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