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Cómo recuperarse de una deshidratación

18/05/2021

Mujer bebiendo una botella de agua en verano para recuperar líquidos y evitar una deshidratación

Ahora que llega el verano debemos tener cuidado en mantenernos lo suficientemente hidratados, ya que es la época del año en la que sufrimos una mayor pérdida de líquidos. Por este motivo, es importante conocer cómo recuperarse de una deshidratación para evitar sus consecuencias más graves, sobre todo, en un grupo tan vulnerable como las personas mayores.

En este artículo te explicamos qué puede provocar una deshidratación, señales de alarma y consejos para prevenir este problema. Asimismo, te contamos cómo debemos actuar ante un caso de deshidratación en personas mayores.

Causas de la deshidratación

La deshidratación se debe fundamentalmente a la falta de agua y otros fluidos necesarios para que el cuerpo lleve a cabo sus funciones normales. Concretamente, esta situación se da cuando perdemos más agua corporal de la que ingerimos.

Esto significa que las causas más comunes de la deshidratación son los trastornos o situaciones que nos provocan una pérdida de líquidos, como:

  • Sudoración excesiva, debido a alguna actividad física o al clima cálido, por ejemplo.
  • Fiebre.
  • Vómitos.
  • Diarrea.

Al igual, la deshidratación puede producirse cuando no consumimos el nivel de agua que nuestro organismo necesita. En ese sentido, es posible que no ingiramos suficientes líquidos por los siguientes motivos:

Respecto a las personas mayores, la deshidratación es un problema frecuente en este grupo de edad. Con el envejecimiento, la parte del cerebro que regula aspectos fisiológicos, como la hidratación, el apetito o la temperatura corporal, puede verse afectada. Asimismo, nuestro cuerpo sufre otra serie de cambios fisiológicos que pueden romper nuestro equilibrio hídrico en la tercera edad, debido a:

  • Menor consumo de líquidos: la sensación de sed disminuye en la vejez, lo que repercute en la cantidad de líquidos que se ingieren en esa etapa.
  • Mayor pérdida de fluidos: síntomas y enfermedades propias de la tercera edad, como fiebre, diabetes o incontinencia, pueden aumentar la pérdida de agua y suponer un factor de riesgo de sufrir deshidratación.
  • Menor contenido de agua corporal: las personas mayores cuentan con una menor masa corporal magra y un mayor porcentaje de grasa corporal, lo que reduce el contenido total de agua corporal.

Al igual, ciertas limitaciones que se dan en la tercera edad, como trastornos de la deglución, reducción de la movilidad o problemas de comprensión y comunicación, pueden conllevar una ingesta insuficiente de líquidos.

En algunas ocasiones, un anciano puede estar deshidratándose sin darse cuenta. Por este motivo, es muy importante saber qué factores de riesgo hay y cómo recuperarse de una deshidratación.

Cómo afecta la deshidratación a las personas mayores

Debido a que un adecuado nivel de hidratación es esencial para el correcto funcionamiento del cuerpo humano, la falta de líquidos puede traer graves consecuencias para la salud. En el caso de las personas mayores, la deshidratación es un problema frecuente y puede resultar fatal si no se detecta.

De hecho, esta afección es una causa frecuente de hospitalización de adultos mayores. En este sentido, los estudios afirman que la deshidratación en personas mayores puede llegar a aumentar el riesgo de mortalidad e influir en el desarrollo de distintas enfermedades y alteraciones, como:

  • Estreñimiento.
  • Presión arterial baja, hipotensión.
  • Deterioro de las funciones cognitivas.
  • Trastornos de las glándulas salivales, como la xerostomía (sequedad de boca).
  • Mal control de la hiperglucemia en la diabetes.
  • Aumento del riesgo de caídas.
  • Temperatura corporal anormalmente alta, hipertermia.

Todo esto hace fundamental tener cuidado con mantener hidratadas a las personas mayores, sobre todo, aquellas que sufran alguna patología que les dificulte el beber o haga que se les olvide por ausencia de sed.

Signos que alertan de la deshidratación

Como ya hemos explicado, mantenernos hidratados es necesario para que nuestro organismo funciones correctamente. Esto se debe a que las funciones del agua presente en nuestro cuerpo son muchas y muy variadas, entre ellas:

  • Transporte de oxígeno y nutrientes.
  • Eliminación de desechos y toxinas.
  • Control de presión arterial y temperatura corporal.
  • Creación de saliva para la correcta fonación y deglución de los alimentos.
  • Lubricación de las articulaciones.

Por este motivo, cuando sufrimos de deshidratación nuestro cuerpo emite unas señales de alerta que nos indican que algo no esta funcionando de la forma correcta. Estos signos de falta de líquidos pueden catalogarse según el nivel de deshidratación que estemos sufriendo.

En el caso de una deshidratación leve o moderada, los síntomas son los siguientes:

  • Sensación de sed.
  • Reducción de la micción.
  • Orina de color más oscuro.
  • Cansancio y fatiga.
  • Sequedad de la piel y la boca
  • Calambres musculares.
  • Dolor de cabeza.

Respecto a los signos de deshidratación grave, podemos encontrar:

  • Ritmo cardiaco acelerado y presión arterial baja.
  • Ausencia de micción (más de 8 horas) o poca orina y de color muy oscuro, ámbar.
  • Fiebre.
  • Desorientación o confusión.
  • Irritabilidad y apatía.
  • Ojos hundidos.

Además, al sufrir una deshidratación grave somos incapaces de sudar y producir lágrimas por la falta de líquidos en nuestro cuerpo. En algunos casos, este problema puede llegar a hacer que caigamos en la inconsciencia o que presentemos episodios de deliro.

Qué hacer en caso de deshidratación en personas mayores

Hay que señalar que la deshidratación y sus consecuencias pueden solucionarse si se detectan de manera anticipada. Al igual que con los síntomas, el cómo recuperarse de una deshidratación también depende de la cantidad de agua corporal que hayamos perdido.

  • Si nos encontramos con una deshidratación leve, con beber abundante agua suele ser suficiente para solucionar la falta de líquidos.
  • Si la deshidratación es moderada, además de hidratarnos, será necesario restituir los electrólitos perdidos, es decir, el sodio y el potasio. Para ello, podemos recurrir a soluciones orales de rehidratación con una cantidad adecuada de electrólitos que están disponibles sin receta médica.
  • Si la deshidratación es grave, deberemos acudir al médico para recibir un tratamiento intravenoso.

Por otra parte, el tratamiento puede estar enfocado en combatir la causa de la deshidratación, ya que también es esencial acabar con aquello que nos está haciendo perder líquidos.

Si se resuelve el motivo de la falta de líquidos y recuperamos el nivel correcto de agua corporal, podemos solucionar una deshidratación entre leve y moderada en menos de un día. Sin embargo, para acabar con una deshidratación grave debemos ser tratados por un médico en un hospital. En este caso, generalmente, la recuperación puede tardar de 2 a 3 días con el tratamiento adecuado.

Bandeja de desayuno con un vaso de agua para que la persona mayor se recupere de una deshidratación mediante el consumo de líquidos
Para algo tan importante como recuperarse de una deshidratación, los mayores deben ingerir entre 1,5 y 2 litros de agua diarios, aunque no tengan sed.

Líquidos para combatir la deshidratación

No todas las bebidas son igualmente eficaces para mantener el equilibrio hídrico. En concreto, el agua es la bebida más recomendable para recuperarnos de una deshidratación.

En el caso de que beber solo agua nos resulte pesado y nos suponga demasiado esfuerzo, hay otras bebidas recomendables para combatir la deshidratación, entre ellas:

  • Aguas minerales con aromas, como limón o naranja.
  • Zumos naturales.
  • Gazpacho.
  • Bebidas deportivas con electrolitos.
  • Granizados y helados de hielo.

Por el contrario, deberemos evitar bebidas azucaradas, con cafeína o teína, gaseosas y con alcohol porque aumentan la deshidratación corporal.

Consejos para evitar la deshidratación en personas mayores

Aunque es necesario saber cómo recuperarse de una deshidratación, más vale prevenir que curar. En este sentido, existen ciertos factores que suponen un riesgo y, por tanto, requieren de un mayor consumo de líquidos, estos son:

  • Edad, ya que los bebés, los niños y los adultos mayores tienen un mayor riesgo de deshidratación.
  • Tratamientos del cáncer, incluidos determinados tipos de quimioterapia, radioterapia y cirugía.
  • Enfermedades crónicas, la diabetes, la fibrosis quística y la nefropatía, entre otras.
  • Ciertos medicamentos, aquellos que pueden hacer que una persona orine o sude más de lo normal.
  • Clima caluroso o húmedo.
  • Hacer ejercicio.

Si nos encontramos con alguna de estas circunstancias deberemos aumentar nuestra ingesta de líquidos, ya que es más sencillo que nuestro nivel de agua corporal sea bajo. En concreto, los adultos mayores deben tomar por lo menos 6 vasos de líquido al día, así como comer alimentos con gran cantidad de agua, por ejemplo, fruta y verdura.

Además, es importante animar a los ancianos a que ingieran líquidos y concienciarles, tanto a ellos como a sus familiares o cuidadores, de las consecuencias de la deshidratación. Para ello, podemos ofrecer al adulto mayor líquidos regularmente a lo largo del día o dejarlos cerca de él en vasos o pequeñas botellas, sobre todo, durante las comidas, la medicación y las horas de más calor.