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Distimia: qué es, síntomas, causas, prevención y tratamiento

02/07/2021

Psicólogo realizando un examen psicológico a una mujer con distimia que es un trastorno depresivo

Si estamos pasando por un periodo de tristeza, pérdida, ira o frustración puede que suframos de un trastorno depresivo. Sin embargo, si esta alteración de nuestro estado de ánimo es muy duradera puede tratarse de una distimia.

En este artículo, te contamos todo sobre la distimia, qué es, cuáles son sus síntomas y sus causas, para poder diferenciarla de otras patologías, como la depresión. Asimismo, aquí puedes ver qué tratamientos hay para esta afección y consejos para combatir y prevenir este trastorno del estado del ánimo.

¿Qué es la distimia?

La principal característica de la distimia es que se trata de una afección depresiva persistente, es decir, una alteración de nuestro estado de ánimo crónica que padecemos de forma continua durante un largo periodo de tiempo.

Debido a la distimia, que es una situación de tristeza y desánimo constante, son varias las consecuencias psicológicas, físicas y emocionales, entre ellas:

  • Dificultad para relacionarnos y asilamiento social.
  • Mayor probabilidad de desarrollar o agravar otra enfermedad crónica.
  • Disminución de la eficacia, productividad y actividad.
  • Empeoramiento de la calidad de vida.
  • Posible abuso de sustancias.

A parte de la permanencia de la afección, el resto de características de la distimia son muy parecidas a las de la depresión mayor, por lo que podemos llegar a confundirnos entre estos dos trastornos.

Diferencia entre distimia y depresión

Como ya hemos mencionado, la depresión mayor y la distimia son trastornos del estado de ánimo, concretamente del tipo depresivo. Aunque las dos afecciones cuentan con características muy similares, son varias las diferencias que las hacen ser patologías individuales, por ejemplo:

  • Tiempo de duración: concretamente, la duración mínima de la distimia es de dos años, mientras que la depresión suele durar semanas o pocos meses.
  • Intensidad de los síntomas: respecto a la gravedad, los síntomas de la depresión mayor son más intensos que los de la distimia, por lo que la primera supone un mayor peligro para nuestra salud.
  • Interferencia en la vida: igual que en el punto anterior, la depresión mayor es más perjudicial que la distimia, debido a que sus consecuencias suponen un mayor impedimento a la hora de realizar tareas cotidianas, como dormir, comer o, incluso, bañarnos.
  • Edad de inicio: el desarrollo de la distimia suele tener lugar mucho antes que el de la depresión, ya que el trastorno a largo plazo aparece a partir de los 20 años y el otro entre los 30 y 40.

Al igual, la distimia y la depresión mayor también se diferencian en el tipo de tratamiento que necesitan y sus factores de riesgo, los cuales mostramos más adelante. Por este motivo, es importante saber cuál es la patología que padecemos para poder combatirla de forma adecuada.

Hombre sentado en un tronco con un libro en la mano sin poder leer porque sufre de distimia y no puede concentrarse
Mientras que la depresión mayor nos dificulta realizar actividades cotidianas como comer o dormir, la distimia, que es mucho más duradera, nos impide concentrarnos y otras consecuencias más leves.

¿Cuáles son los síntomas de la distimia?

El cuadro clínico de la distimia es menos severo e incapacitante que el de la depresión mayor, es decir, sus síntomas son más leves. No obstante, si no tratamos este trastorno del estado del ánimo porque nos damos cuenta de que lo estamos sufriendo, podemos llegar a desarrollar un episodio depresivo mayor.

Para prevenir esta situación, es necesario conocer los síntomas de la distimia para acudir al médico y recibir un tratamiento adecuado. En este sentido, entre las señales de alerta que debemos tener en cuenta, se encuentran las siguientes:

  • Pérdida de interés por actividades cotidianas.
  • Baja autoestima y sentimiento de improductividad.
  • Estado pesimista o negativo.
  • Falta de energía o cansancio excesivo.
  • Hiporexia o, por el contrario, ansiedad por comer.
  • Irritabilidad.
  • Problemas de sueño.

Generalmente, estos síntomas duran años y provocan consecuencias negativas para nuestra vida social y laboral, además de afectar a nuestra salud física, mental y emocional.

Distimia: ¿Conozco las causas y factores de riesgo?

Debemos señalar que no existe una causa única o exacta de la distimia, pero hay varias situaciones que pueden desencadenar este trastorno depresivo, siendo las más comunes:

  • Procesos químicos del cerebro: según varios estudios, los cambios en ciertas sustancias químicas del cerebro, conocidas como neurotransmisores, pueden alterar la estabilidad del estado de ánimo y provocar un trastorno depresivo a largo plazo en el paciente.
  • Genética: la herencia también puede ser motivo de sufrir distimia, ya que esta patología es más común en personas con antecedentes familiares relacionados con este trastorno.
  • Acontecimientos traumáticos: al igual que en la depresión, ciertos sucesos pueden provocar distimia, como la pérdida de un ser querido o situaciones de mucho estrés.
  • Ciertos rasgos de personalidad: una persona que, en condiciones normales, tiene baja autoestima y es demasiado dependiente, autocrítica o pesimista, está más expuesta a unos sentimientos negativos que pueden acabar en un episodio de depresión o en distimia.

Respecto a los factores de riesgo, lo más común es que las personas que sufren de distimia también padezcan otras enfermedades crónicas. En este sentido, tener problemas de salud, sobre todo mentales, puede alterar nuestro estado emocional y desencadenar este trastorno.

¿Cómo se diagnostica la distimia?

Principalmente, para el diagnóstico de la distimia, que es un trastorno depresivo, debemos acudir a un psicólogo o psiquiatra para que nos realice una evaluación psicológica. Como ya hemos dicho, esta patología suele coexistir con otras enfermedades, por lo que podemos pensar que los sentimientos negativos se deben a nuestras circunstancias y son normales.

En este sentido, si experimentamos los síntomas de una distimia, es importante acudir al especialista, ya que el diagnóstico y tratamiento en las etapas iniciales son cruciales para la recuperación. En este sentido, podemos pedir cita al médico de cabecera y contarle nuestra situación o ir directamente al especialista.

Además del examen psicológico minucioso, también será necesario que el psicólogo o psiquiatra conozca nuestra historia médica y antecedentes familiares.

Tratamiento de la distimia

Una vez que hemos sido diagnosticados y conocemos las causas detrás de este trastorno del estado de ánimo, lo siguiente es seguir un tratamiento. Aunque, como hemos dicho, la solución depende del desencadenante, estos son algunos de los tratamientos para distimia más comunes y que se ha demostrado que son efectivos, como:

  • Psicoterapia: se trata, sobre todo, de una terapia cognitivo-conductual enfocada en modificar los pensamientos y la visión negativa que tenemos de nosotros mismos y de nuestro entorno. Asimismo, en este tratamiento, el especialista estudia los motivos detrás de la alteración anímica para ayudarnos a mejorar nuestra gestión emocional y evitar recaer en otro trastorno depresivo.
  • Farmacología: consumo de medicamentos antidepresivos, los cuales siempre serán prescritos por un especialista.

Sea cual sea nuestro plan de tratamiento, es esencial que seamos constantes. Es decir, aunque nos encontramos bien, faltar a las sesiones de psicoterapia o dejar de tomar los medicamentos puede suponer volver al punto de partida de la enfermedad o que, incluso, empeoren los síntomas. Por este motivo, debemos tener paciencia, ya que superar la distimia es algo gradual.

¿Se puede prevenir la distimia?

Al igual que la distimia no es una enfermedad que, generalmente, podamos tratar por nosotros mismos, tampoco existen medidas que nos aseguren por completo su prevención. Sin embargo, si podemos seguir una serie de consejos para evitar factores de riego que puedan alterar o perjudicarnos emocionalmente. Para ello, te dejamos las siguientes recomendaciones:

  • Apoyarse en amigos y familiares en momentos de crisis.
  • Seguir una dieta saludable.
  • Descansar y dormir lo suficiente.
  • Realizar actividad física, como caminar, nadar, hacer jardinería u otra actividad entretenida.
  • Evitar el consumo de alcohol y drogas recreativas.
  • Perseguir objetivos razonables y mantener la motivación.
  • Mantener las relaciones sociales.

También es fundamental que aprendamos a controlar el estrés, ya sea mediante la organización de nuestro día a día o con actividades como escribir un diario, el yoga o la meditación con mandalas.