
Alrededor de 300.000 personas en España padecen artritis reumatoide, según el estudio de prevalencia de Enfermedades Reumáticas de la Sociedad Española de Reumatología, siendo la manifestación de artritis más extendida.
En este artículo, te contamos todo lo que debes saber sobre esta patología autoinmune, desgranamos si la artritis reumatoide es una enfermedad grave y te damos una serie de consejos y recursos para sobrellevar esta enfermedad, tanto en compañía como en solitario.
La artritis reumatoide es una enfermedad que se desencadena porque el sistema inmunitario reconoce como extrañas determinadas partes de las articulaciones, provocando una inflamación crónica. Este proceso degenerativo afecta al cartílago —a la almohadilla que separa los huesos de la articulación— evitando fricción.
Con el paso del tiempo, el cartílago se desgasta hasta tal punto que los huesos terminan rozándose, provocando mucho dolor y pérdida de flexibilidad articular. Aunque la principal dolencia se concentra en el tejido conjuntivo, también puede afectar a otras partes del organismo, desencadenando problemas respiratorios, neurológicos, cutáneos y oculares.
Existen una serie de factores que pueden aumentar el riesgo a padecer artritis reumatoide:
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Los síntomas que puede presentar esta patología autoinmune son:
Debido a la similitud de sus términos, es común mezclar artrosis y artritis. La artrosis es una afectación degenerativa del cartílago que, en ocasiones, también origina inflamación. Se trata de una patología común en la tercera edad y ciertos factores de riesgo, como sobreesforzar las articulaciones o la obesidad, pueden provocarla.
En cambio, la artritis reumatoide —al igual que la psoriásica, la idiopática juvenil o la espondilitis anquilosante— son enfermedades crónicas autoinmunes y precisan de un tratamiento de forma indefinida. Estas patologías se estabilizan una vez se ha pautado la medicación adecuada y, en algunos casos, pueden necesitar de cirugía.
Para dar respuesta a si la artritis reumatoide es una enfermedad grave, debemos saber que esta patología autoinmune y crónica lo es, siempre y cuando, no se establezca un control a través de un tratamiento. En los casos más graves, el dolor articular puede dificultar la realización de tareas cotidianas y, en algunos casos, perder de forma progresiva su alineación y forma. Toda persona que la sufra debe asumir que habrá momentos en que los síntomas se manifiesten con más o menos intensidad, pero con revisiones médicas periódicas se controlará la enfermedad.
Los tratamientos juegan un papel esencial para controlar la inflamación y minimizar el daño articular que desencadena la artritis reumatoide, mejorando la calidad de vida y manteniendo la funcionalidad del paciente. Según la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), el tratamiento implica combinar farmacoterapia y otros tratamientos no farmacológicos y, en algunos casos, también pueden involucrar cirugía.
En la gran mayoría de casos, una vez detectada la artritis reumatoide, se trata de una forma muy eficaz, permitiendo a los pacientes tener una vida prácticamente normal. El medicamento pautado dependerá de la gravedad de los síntomas y de la mayor o menor evolución que presente la patología.
Los tratamientos farmacológicos que suelen usarse para controlar esta condición autoinmune son:
Tomar conciencia y seguir consejos de cómo entender mejor la naturaleza de la artritis reumatoide ayudará a hacer frente a los desafíos de esta condición. Además, medidas como la biorretroalimentación (una terapia con sensores que ayudan al paciente a asociar sensaciones específicas que ocurren en su cuerpo) o la terapia cognitivo conductual pueden ayudar a controlar los síntomas de esta dolencia.
Por otro lado, es muy importante mantener el cuerpo activo cuando los síntomas están inactivos. El ejercicio es importante para mantener unos músculos fuertes, conservar el movimiento de las articulaciones y mantener la flexibilidad. Los médicos suelen recomendar ejercicios de bajo impacto, especialmente aquellos que se pueden hacer en el agua.
Los relojes de teleasistencia no solo garantizan la seguridad dentro y fuera de casa, sino que también incorporan programas de bienestar integral con los que hacer ejercicio de forma equilibrada y manteniendo cada parte el cuerpo en forma, sin que haya descompensación.

Una vez pautado un tratamiento farmacológico para contener la artritis reumatoide, existen determinadas pautas y cuidados que pueden ayudarte a mejorar tu calidad de vida al convivir con esta patología:
Convivir con cualquier tipo de enfermedad no es un proceso fácil: una vez el profesional sanitario traslada el diagnóstico al paciente, éste debe asumir que su vida está condicionada por la patología. Este proceso de asimilación nunca es el mismo en función de las circunstancias personales y de si la detección es prematura o algo más avanzada.
Una salud mental estable juega un papel fundamental en el desarrollo de enfermedades como la artritis reumatoide, evitando en la medida de lo posible estrés, ansiedad o caer en estados depresivos que puedan desencadenar un brote. Convivir con una enfermedad no tiene por qué ser un proceso solitario: existen multitud de grupos de apoyo destinados a compartir experiencias, sentir mayor comprensión u obtener información sobre cómo encarar lo mejor posible esta situación.
En concreto, la Fundación Española de Reumatología facilita a los pacientes de artritis reumatoide —y de otras patologías autoinmunes estudiadas por esta disciplina— una serie de grupos de apoyo repartidos por todo el país.
Entonces, ¿la artritis reumatoide es una enfermedad grave? Lo es siempre y cuando no reciba un tratamiento ajustado a cada paciente con el que controlar sus síntomas (dolor, deformidad o dificultad para el movimiento) y frenar su avance. Para controlarla, existen múltiples tratamientos farmacológicos y libres de químicos. Además, si aplicamos una serie de cuidados adicionales (como no fumar, comer alimentos ricos en calcio o poner límites y saber cuándo debemos descansar) aseguraremos una mayor tranquilidad, asociada a un menor desarrollo de un brote.
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