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Entre los trastornos de la marcha frecuentes en personas mayores, arrastrar los pies al caminar es un problema frecuente que puede deberse a un cambio normal del envejecimiento o a alguna alteración patológica.
Por este motivo, es importante saber por qué los ancianos arrastran los pies y cuáles son las señales de riesgo. Asimismo, en este artículo te explicamos qué tratamientos hay para esta afección y consejos para prevenirla.
El envejecimiento conlleva una serie de cambios en el organismo que pueden repercutir en la motricidad de las personas mayores y alterar su marcha. Sin embargo, estos cambios no tienen por qué estar relacionados con una enfermedad subyacente.
En este sentido, la edad puede llegar a repercutir en la elasticidad de los músculos de los pies y las piernas, lo que puede dificultar el caminar de las personas mayores y afectar a los siguientes aspectos:
Como hemos mencionado, todas estas alteraciones se dan debido al paso de los años. Por eso, aunque son motivos de por qué los ancianos arrastran los pies, no son causas preocupantes por las que se debe acudir a un profesional médico.
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Por otra parte, el problema de arrastrar los pies al caminar en la tercera edad también puede deberse a la existencia de un trastorno que afecta a la marcha. Concretamente, entre las enfermedades que pueden contribuir a provocar un caminar disfuncional o inseguro, se encuentran:
En estos casos, existen una serie de señales que pueden indicar que una persona mayor sufre una enfermedad subyacente que repercute en su movilidad, provocando que arrastre los pies.
Son muchos los síntomas que pueden indicarnos que una persona mayor arrastra los pies al caminar debido a una alteración patológica de la marcha.
Asimismo, es importante que las personas mayores acudan a su proveedor de salud o al especialista médico, si presenta alguna de las siguientes señales o si arrastrar los pies al caminar se vuelve algo muy frecuente, doloroso o, simplemente, molesto.
Por lo general, cuando no se padece ninguna enfermedad motriz ni otras alteraciones que puedan afectar a la marcha, el movimiento de cuerpo es simétrico, es decir, el movimiento que se produce en brazos y piernas es igual.
Sin embargo, cuando se sufre algún trastorno subyacente, neurológico o físico, la marcha pasa a ser asimétrica, entre otras cosas, para evitar el dolor.
Otra alteración de la marcha en ancianos se puede producir al comenzar a caminar. En estos casos, cuando el mayor inicia la marcha, es posible que sus pies no respondan correctamente, por lo que parece que están clavados al suelo. Aunque este problema puede ser un error puntual, también puede ser consecuencia de alguna patología neurológica o de la enfermedad de Parkinson.
Por otra parte, los pasos durante la marcha deben ser continuos. Realizar pausas, detenerse o reducir drásticamente la velocidad hasta casi detenerse, puede indicar que el mayor camina de forma cautelosa porque tiene miedo de caer o que sufre algún trastorno de la marcha en el lóbulo frontal.
Otro síntoma que se presenta al iniciar o durante la marcha es la inclinación del cuerpo hacia adelante o hacia atrás, al iniciar la marcha o mientras se camina. Se trata de una señal que suele presentarse en pacientes con párkinson u otros trastornos de la marcha frontal.
La incapacidad de levantar la parte delantera del pie se conoce como caída del pie. Concretamente, esta afección se debe a la debilidad o parálisis de los músculos de la pierna, sobre todo, como consecuencia de una lesión neurológica que comprime el nervio peroneo, responsable de controlar los músculos que intervienen para levantar el pie.
También, la caída del pie puede deberse a un trastorno muscular o una patología cerebral, como la esclerosis múltiple.
Aunque es natural del envejecimiento que la velocidad de la marcha se reduzca, la cadencia (pasos que se dan por minuto) no cambia con la edad, ya que está relacionada con la longitud de las piernas y no con el estado físico.
Por este motivo, la disminución de la distancia de los pasos puede representar desde que el mayor tiene miedo de caer, hasta que padece de algún problema neurológico o musculoesquelético.
Al igual que con la longitud, cuando cambia el ancho de los pasos de una persona mayor, también puede tratarse de algún problema motriz o enfermedad del cerebelo, área que controla el movimiento muscular.
Asimismo, si la base de sustentación (distancia entre ambos pies) varia mientras el mayor está caminando, puede indicar un control motor inadecuado, debido a alguna patología de la marcha.
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Es importante señalar que el tratamiento depende del por qué el mayor arrastra los pies, por lo que es necesario contar primero con el diagnóstico de un profesional médico. Sin embargo, también hay una serie de ejercicios y recursos que pueden ser muy beneficiosos para personas mayores con problemas motores.
Aun así, antes de realizar cualquier tipo de terapia, es fundamental consultar con el médico de cabecera para evitar realizar actividades que puedan ser perjudiciales para nuestra condición física o que puedan empeorar nuestro estado de salud.
Una rutina de entrenamiento de fuerza puede ser muy beneficioso para aquellas personas ancianas que tienen algún problema motriz que les causa debilidad al levantarse y/o caminar. Además, si los mayores sufren una alta pérdida de movilidad, pueden realizar muchos de estos ejercicios sentados.
En el caso de que la pérdida de movilidad sea leve, subir y bajar escalones también es un buen ejercicio para fortalecer las piernas. No obstante, debe ser una actividad que las personas mayores realicen con la mayor seguridad posible, ya que puede conllevar un alto riesgo de caídas. Por este motivo, lo más recomendable es subir y bajar solo el primer escalón, vigilando que no haya ningún obstáculo y que el suelo no esté resbaladizo.
Aunque entrenar la fuerza es importante, lo ideal es no hacer más de 2 o 3 sesiones de entrenamiento a la semana y aplicar una técnica adecuada para evitar lesiones.
A parte de la debilidad muscular, arrastrar los pies al caminar también puede mostrar un problema de control motriz y, por tanto, del equilibrio. Para entrenar esta capacidad, lo primero es tener una buena postura de pie y en estático. Lo siguiente es practicar la inclinación hacia adelante, hacia atrás y hacia los lados, con una pared u otro apoyo cerca.
Al empezar, siempre es importante que los ejercicios sean moderados e ir subiendo de intensidad gradualmente. En el caso de que los mayores se sientan seguros y no tengan las piernas débiles, se pueden hacer sesiones de entrenamiento del equilibrio dinámico con una sola pierna, e ir alternando.
Algo muy importante si se sufre algún problema de movilidad en la tercera edad es contar con un dispositivo de asistencia, como bastones y andadores. Estas herramientas ayudan a mantener la movilidad y prevenir caídas, ya que proporcionan estabilidad y aumentan la fuerza de las piernas.
Asimismo, la teleasistencia es una opción muy recomendable para aquellas personas mayores que arrastran los pies o sufren otro tipo de trastorno motriz, por lo que tienen inseguridad al andar o requieren de un control médico constante.
En este sentido, los servicios de atención permanente en remoto proporcionan ayuda inmediata en caso de emergencia, con solo pulsar un botón, aumentando la seguridad y tranquilidad de sus usuarios. También, la teleasistencia ofrece un servicio de orientación médica telefónica 24 horas, además de actividades de ocio y talleres para mejorar el bienestar y calidad de vida de las personas mayores.
Al igual que es importante conocer por qué los ancianos arrastran los pies, también debemos saber cómo prevenir esta afección. En este sentido, los estudios coinciden en que el ejercicio físico puede ayudar en gran medida a conservar la movilidad y prevenir varios trastornos de la marcha.
Concretamente, pasear diariamente 30 minutos es de los ejercicios más recomendables en la tercera edad para mejorar las habilidades motrices y mantener la fuerza en las extremidades inferiores. Asimismo, hay muchos otros ejercicios que también son muy recomendables para mejorar la salud general de las personas mayores, así como para evitar las consecuencias del sedentarismo y la inactividad.
Por otra parte, aunque es necesario a cualquier edad, es fundamental que las personas mayores acompañen la actividad física con un estilo de vida activo y saludable. De esta forma, los beneficios para su salud física, mental y emocional serán mucho mayores, ayudando a mejorar su bienestar, autoestima y estado de ánimo.
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