
Todos tenemos alguna que otra anécdota que nos gusta recrear en nuestras conversaciones, sin importar la cantidad de veces que la hayamos contado. Las personas mayores viven cargadas de recuerdos, por lo que en muchas ocasiones repetirán la misma historia tan sólo por el placer de rememorar ese momento de su vida.
Las repeticiones no tienen por qué suponer un signo de alarma, pero en algunos casos específicos sí pueden ser una señal que esconde un problema cognitivo mayor. En este artículo, te contamos posibles motivos de por qué los ancianos repiten las cosas.
Al escuchar a una persona mayor preguntar muchas veces lo mismo, es normal replantearse por qué los ancianos repiten las cosas, pero tampoco tiene por qué ser una señal de alarma. El hacerse mayor supone experimentar cambios en nuestra memoria y capacidad cognitiva, y uno de ellos consiste en repetir preguntas más veces de lo que nos damos cuenta.
Algunos familiares o cuidadores pueden perder la paciencia con esta situación, pero debemos comprender que estar repeticiones no se hacen a propósito, y es que en algunos casos pueden ser indicios de trastornos cognitivos más graves que deben ser atendidos lo antes posible.
Al hacernos mayores, la pérdida de memoria parece ser el signo clave del envejecimiento natural. En esta etapa vital, decae la inteligencia fluida —asociada a procesos como resolver problemas—, lugar del cerebro donde se encuentra la memoria a corto plazo o la memoria de trabajo. Sin embargo, la inteligencia cristalizada —asociada al conocimiento general, como recordar datos o lugares— se mantiene en el envejecimiento saludable.
En cualquier caso, hay que distinguir cuándo es un olvido relacionado con la edad y cuándo un problema grave de memoria. Si dificultan las actividades cotidianas puede responder a por qué los ancianos repiten las cosas, al igual que perderse en lugares conocidos, no poder seguir instrucciones sencillas, confundirse con el tiempo, las personas o los lugares.
Es una de las memorias que se ven más resentidas con el paso del tiempo. A las personas mayores les resulta difícil recordar sucesos recientes, por lo que es posible que les preocupe tomar más tiempo que antes para aprender cosas nuevas, y es más fácil que repitan anécdotas que han sucedido hace muchos años. Estos cambios suelen ser señales de olvido leve, a menudo una parte normal del envejecimiento, y no de problemas graves de memoria.
Esta memoria nos ayuda a resolver problemas cotidianos, además de hacer que recordemos lo que acabamos de leer o comprender lo que nos dicen para actuar en consecuencia. Con la edad, disminuye la memoria de trabajo, haciendo que disminuya nuestra capacidad para hacer tareas mentales. A su vez, esta memoria puede verse afectada si experimentamos niveles elevados de ansiedad, pues nos es muy difícil recordar algo cuando no podemos fijar adecuadamente la atención en ese evento concreto.
Entre los cambios cognitivos que sufrimos con la edad, la capacidad de procesamiento de la información se vuelve más lenta, formando parte del envejecimiento saludable. De esta forma, nos volvemos más lentos para reaccionar ante imprevistos y ejecutar tareas que requieren un mayor nivel de complejidad.
Existen diversas soluciones procuradas por los servicios de teleasistencia que pueden ayudarnos a ejercitar día a día nuestro cerebro. A través de la herramienta Activa-Mente, se pueden entrenar hasta 10 áreas cerebrales, entre las que se encuentran la memoria de trabajo o la de corto plazo. Si necesitas más información, no dudes en escribirnos a info@atenzia.com.
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Es bien sabido que al envejecer perdemos ciertas capacidades y autonomía, pero también es verdad que cuando atravesamos problemas emocionales no importa la edad que tengamos, pues nuestras capacidades cognitivas y atencionales pueden verse afectadas ante el malestar emocional.
Sufrir problemas emocionales y estar sometido a un estrés constante puede ser un motivo de por qué los ancianos repiten las cosas más veces de lo normal. Al experimentar estrés o ansiedad, el cuerpo se adapta a un estado de hiperalerta con el que actuar frente a una crisis, provocando una serie de cambios bioquímicos que alteran el sistema de respuesta habitual.
Tanto la ansiedad como el estrés son emociones naturales y por las que atravesamos, y que en ocasiones nos ayudan a resolver problemas. Sin embargo, vivir con estas emociones en un estado permanente hace que el cerebro pierda células y le sea más difícil formar nuevas neuronas, causando mella en el sistema cognitivo, especialmente a la hora de retener nueva información.
A todos nos gusta sentirnos queridos, escuchados y percibidos. La afectividad y el cariño que recibimos es un aspecto muy importante durante toda la vida, pero especialmente en la vejez. La disminución de contactos sociales, la pérdida de seres queridos o la soledad no deseada condicionan la salud mental y la autopercepción de las personas mayores.
Por otro lado, hacerse mayor no quiere decir que todo esté hecho: en esta etapa vital pueden desarrollarse nuevos lazos sociales que anteriormente, por responsabilidades laborales y familiares, no se pudieron establecer.
Ser conscientes de que nuestra atención falla más de lo habitual forma también parte del envejecimiento natural. La atención es fundamental en prácticamente todas las áreas de nuestro día a día, así como en el aprendizaje y en el funcionamiento normal de la memoria.
Tener dificultades para mantener la concentración puede ser uno de los motivos de por qué los ancianos repiten las cosas. A su vez, una falta de atención a indicaciones que no deberían suponer un problema podría ser una señal de alerta de una afección cognitiva, por lo que se recomienda acudir a un profesional.
La comunicación es clave para todo el mundo: nos ayuda a tener una buena autoestima, nos enriquece como personas y reforzamos los vínculos con los demás. Sin embargo, al envejecer, la merma en nuestras capacidades físicas o cognitivas puede afectar a nuestras habilidades para comunicarnos.
Para los cuidadores, la comunicación es esencial para comprender mejor sus necesidades y deseos, además de brindarle apoyo emocional y social. Una comunicación efectiva puede prevenir el aislamiento social y aporta una sensación de conexión y bienestar a las personas mayores.
Si una persona mayor tiene dificultades para comunicarse, puede ser por pérdida de audición, problemas de visión, dificultades cognitivas o trastornos del habla. Estos problemas pueden deberse por la aparición de enfermedades o por efectos secundarios de algunos fármacos, por lo que a la hora de comunicarse con ellos hay que tenerlos en cuenta para adecuarnos a sus necesidades específicas.
La paciencia y el respeto son fundamentales, y es posible que necesiten más tiempo para procesar la información, por lo que las personas mayores pueden repetir las cosas con más frecuencia. Finalizar las frases por ellos va a hacer que se sientan frustrados, por los que respetar sus ritmos y evitar interrumpirlos favorece que se sientan escuchados y respetados ante estos impedimentos propios de la edad.
Todo ser humano anhela ser validado y valorado por los demás, sobre todo por sus seres queridos. La necesidad de validación emocional se da con mayor fuerza con el paso de los años, y si nuestras emociones no son reconocidas, especialmente por las personas que nos cuidan, el sufrimiento es aún mayor.
Al comprender las necesidades de las personas mayores y aprender a satisfacerlas, podemos vivir vidas más plenas y conectadas, sintiéndonos mejor con nosotros mismos, fortaleciendo nuestra autoestima, sintiéndonos motivados y construyendo relaciones significativas.
Aunque repetir las cosas más de lo habitual sea uno de los síntomas más comunes en los principios de demencia, no tiene por qué ser así. De hecho, también podemos encontrar el lado positivo a que las personas mayores repitan las cosas. Recrear su pasado y lo ya vivido —acercándolo al presente— puede ser muy satisfactorio para ellos. Por tanto, no significa que esconda una afección neurológica, sino que puede ser por el simple placer de revivir momentos felices.
Tampoco hay que ignorar que si estas repeticiones se acompañan por otros síntomas propios de las demencias —como problemas con el lenguaje y la comunicación o desorientación en el tiempo y espacio—, sí que debemos acudir a un especialista que determine las posibles causas de falta de memoria o de estos cambios en la conducta de la persona mayor.

A pesar de que la pérdida de memoria va de la mano con el envejecimiento, algunos adultos mayores sufren trastornos cognitivos que agravan dicha pérdida y que puede provocar el por qué los ancianos repiten las cosas.
Durante muchos años, estas enfermedades se englobaban en la «demencia senil», término ya en desuso debido a que se trataba de una etiqueta frecuente en tiempos en los que no existían los métodos de diagnóstico actuales y se desconocía qué afección específica padecía.
El alzhéimer es el tipo más común de demencia y afecta directamente a la memoria a corto plazo, olvidando información recién aprendida o recibida, además de los eventos que acaba de vivir. Puede dar respuesta a por qué los ancianos repiten las cosas, pues la repetición de preguntas y afirmaciones constantes son síntomas relacionados con esta patología.
A medida que esta enfermedad avanza, los problemas de memoria empeoran, y se desarrollan otros síntomas, como problemas en el lenguaje y la comunicación, desorientación espacial, cambios en el estado de ánimo y la personalidad.
Esta patología es la segunda causa más común de demencia, y otra posible respuesta a por qué los ancianos repiten las cosas. La demencia vascular es causada por una serie de pequeños accidentes cerebrovasculares que con el paso del tiempo afectan a la memoria, al pensamiento, el lenguaje, el juicio y el comportamiento.
Puede manifestarse de forma gradual o progresar tras cada pequeño accidente cerebrovascular. Entre sus síntomas, encontramos: dificultad para realizar tareas cognitivas que solían ser fáciles, falta de orientación en rutas conocidas, problemas del lenguaje, perder interés en actividades antes disfrutadas, extraviar pertenencias o cambios de la personalidad.
La demencia con cuerpos de Lewy es otro trastorno que afecta a la capacidad cognitiva. Este tipo de demencia puede generar alteraciones en el pensamiento, el movimiento, la conducta y el estado anímico. Las alucinaciones visuales —es decir, ver cosas que no están ahí— es uno de sus síntomas más frecuentes, seguido por alteraciones en el pensamiento y cambios impredecibles en la atención.
Aunque no todas las personas que padecen párkinson pueden terminar sufriendo demencia, es cierto que hay cierto desarrollo asociado a la enfermedad. Se manifiesta a través de las alteraciones de movimiento, pero más tarde se producen cambios en el estado de anímico del paciente.
También hay que señalar los trastornos frontotemporales, que aparecen a edades más tempranas que las demencias arriba mencionadas. Hay varios tipos:
Que los ancianos repitan mucho las cosas no siempre es algo fácil de manejar. Tanto profesionales como familiares pueden perder la paciencia, pero deben recordar que existen determinados factores que provocan estas repeticiones y que, con rutinas estructuradas y ejercicios, se puede reducir la repetición.
Si padecen pérdidas de memoria, además del tratamiento prescrito por el médico, es necesario garantizar la seguridad de la persona afectada y prestarle el máximo apoyo. Seguir una rutina diaria contribuye a mantener más centrado al anciano, así como propiciar que su hogar tenga un ambiente agradable y animarle a que realice ejercicios de estimulación cognitiva. En Atenzia hemos lanzado recientemente Activa-Mente, un plan tutorizado de estimulación y rehabilitación de las capacidades cognitivas, donde un equipo profesional valora el estado de la persona usuaria, y a partir de ahí le sugiere una serie de ejercicios que potencien áreas cerebrales específicas.
Además de establecer un ambiente rutinario, si los miembros de la familia de la persona que padece demencia están preocupados por la seguridad de su ser querido, se recomienda adaptar el hogar para evitar caídas y otros accidentes, así como quitar de en medio o esconder objetos potencialmente peligrosos.
No debemos infantilizarlos o perder la paciencia si se da el caso de que los ancianos repitan mucho las cosas. En muchas ocasiones, las alteraciones cognitivas vienen a causa de preocupaciones y situaciones de estrés, ansiedad o por efectos secundarios de medicamentos. A todos nos gusta sentirnos escuchados y validando sus emociones y preocupaciones les hacemos sentir queridos, tranquilos y evitamos que se sientan incomprendidos y abandonados.
Para tener una comunicación más efectiva con las personas mayores debemos crear un ambiente tranquilo, animarlos a hablar por turnos y mostrar que los escuchamos de forma activa. Debemos tener en cuenta sus problemas de salud y, en cualquier caso, hablar despacio, vocalizar y establecer contacto visual. Además, tenemos que hablarles con claridad, evitando un lenguaje muy complejo, pero sin necesidad de simplificarlo demasiado.
No tiene por qué. Es cierto que puede ser un indicio de por qué los ancianos repiten las cosas con frecuencia. Sin embargo, la persona mayor puede simplemente narrar anécdotas por el mero placer de recordarlas. A su vez, el envejecimiento natural y experimentar situaciones de estrés y ansiedad pueden condicionar la retención de la información y generar leves pérdidas de memoria.
Por encima de todo, debemos comprender las necesidades de la persona. Es posible que tras la repetición se esconda un problema más grave, por lo que debemos ser pacientes y mostrar empatía y comprensión. Crear rutinas, respetar sus ritmos y ser consciente de los problemas que pueden padecer les hace sentir escuchados, pues estas repeticiones no se producen por capricho del adulto mayor.
Cuando una persona mayor tiene problemas para realizar sus tareas diarias o se muestra confundida y desorientada, es el momento de consultar con los expertos. El médico examinará al paciente y valorará si se trata de un trastorno de la memoria y del grado que pueda presentar, y así determinar el tratamiento adecuado en cada caso.
Evitar elementos distractores, ruidos o interferencias, concentrando la atención en un único estímulo es una técnica que podría reducir la repetición. Darles tiempo, no contradecir sus respuestas o reacciones, comunicarse a través de gestos o miradas cariñosos y no infantilizarles son técnicas que pueden solucionar la incógnita a por qué los ancianos repiten las cosas.
Los profesionales, además de mandar tratamientos específicos en función de la afección, pueden aplicar diversas terapias para manejar la repetición. La reminiscencia es una de ellas, y consiste en utilizar un elemento desencadenante —como fotografías, sonidos u olores— que haga evocar sensaciones o traiga recuerdos a la mente.
Por otra parte, está la terapia de orientación a la realidad, que permite reorientar a la persona en el tiempo, el espacio y respecto a su propia persona. En ella, se conectan sucesos y experiencias vividas por la persona con sucesos actuales, y de esta forma, se reaprenden hechos de sí mismos y de su entorno, para aumentar o mantener la autonomía y disminuir de esta forma el riesgo de desconexión personal.
Perder memoria no implica de forma directa el sufrir una afección neurológica, sino que forma parte del envejecimiento natural y de la vida misma. Adoptar hábitos saludables también ayuda a evitar preguntarnos por qué los ancianos repiten las cosas. Una dieta equilibrada, descansar las horas necesarias, realizar ejercicio de forma habitual, disfrutar de una vida social sana y realizar actividades cognitivas —como leer o escribir un diario— favorecen no tener pérdidas de memoria.
En caso de que sí se padezca una enfermedad que afecta a la capacidad cognitiva, lo más importante de todo es acudir al médico en cuanto detectamos señales claras, comprender el proceso por el que están atravesando, mostrando empatía y no infantilizar a la persona mayor.
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