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Blog de Teleasistencia

¿Hay alguna relación entre demencia y depresión en el adulto mayor?

Una mujer mayor se lleva las manos a la cabeza.

Una persona que padece demencia es mucho más propensa a sufrir también depresión, según la británica Alzheimer's Society, sobre todo si este trastorno se ha dado con frecuencia a lo largo de su vida. Asimismo, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), la depresión es, tras la apatía, "el segundo síntoma neuropsiquiátrico más frecuente del alzhéimer", la forma más extendida de demencia.

A continuación, te contamos de qué forma afecta la demencia y depresión en el adulto mayor, qué tratamientos existen al respecto y las dificultades que entraña realizar un diagnóstico de demencia o depresión debido a los factores comunes de ambas condiciones.

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¿Qué es la demencia?

La «demencia» es el término utilizado para identificar cualquier alteración de la capacidad para pensar, recordar o tomar decisiones, hasta el punto de modificar la realización habitual de tareas específicas. La acepción engloba distintos tipos de patologías neurodegenerativas cuyo enlace común es la pérdida progresiva de la memoria

Tipos de demencia

La demencia se manifiesta de distintas formas, especialmente a partir de los 65 años, de acuerdo con el Plan Integral de Alzheimer y otras Demencias (2019), del Ministerio de Sanidad. Las más frecuentes son: 

Tras recibir un diagnóstico, no es infrecuente que la demencia y la depresión en el adulto mayor vayan de la mano, pues según un informe de la SEN, entre el 35% y la mitad de pacientes de Alzheimer en España —unas 800.000 personas— conviven con ambas afecciones.  

Factores de riesgo de déficit cognitivo

Existen determinados factores de riesgo que predisponen la aparición de patologías neurodegenerativas:

¿Demencia o depresión? Síntomas compartidos

No siempre es fácil detectar comportamientos que distingan la demencia y depresión en el adulto mayor. En las fases iniciales, es todavía más complejo distinguir cualquiera de las dos condiciones, formando parte de la lista de las enfermedades más comunes en la tercera edad

Un diagnóstico prematuro es crucial para mejorar la calidad de vida del paciente, ya padezca demencia o depresión. No podemos descartar posibles solapamientos de ambas patologías, por lo que es importante identificar qué factores nos ayudan a marcar diferencias, por sutiles que sean:  

Tabla donde se muestran las diferencias entre la demencia y la depresión.
Fuente: Centro de Diagnóstico e Intervención Neurocognitiva (CDINC).

Sin embargo, no podemos olvidar los que sí son síntomas comunes de demencia y depresión en el adulto mayor: 

Pseudodemencia depresiva

Al consultar con un especialista, el médico puede considerar si se trata de demencia, demencia con depresión o pseudemencia depresiva. Esta última se trata de un síndrome asociado a un trastorno ya existente (en la mayoría de casos, una depresión) que se evidencia con alteraciones en el ánimo, para luego dar lugar a un estado depresivo constante.  

En consecuencia, suelen aparecer síntomas cognitivos, como falta de atención y concentración, trastornos de la memoria, confusión, desorientación espacial o temporal, entre otros. Por último, pueden producirse también alteraciones del comportamiento, como inacción o aislamiento social.

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¿Cuándo debo acudir al médico?

Si se tienen problemas para realizar tareas cotidianas, sientes confusión, repites en bucle las mismas cosas, tienes dificultades para seguir una conversación o para recordar información reciente, es momento de consultar a un especialista para que determine la causa. 

Es igual de importante acudir en cualquier caso de sospecha de padecer de demencia o depresión. Por contraparte, la depresión no tratada aumenta el riesgo a padecer problemas de memorización, concentración e, incluso, modificaciones en distintas áreas cerebrales. Si no se trata, puede convertirse en una condición crónica y dejar secuelas irreparables en el órgano más importante de nuestro cuerpo. 

Tratamientos para la demencia y depresión en el adulto mayor

Una vez determinado un diagnóstico ya sea de demencia o depresión, o de un solapamiento de ambas, el médico responsable determinará un tratamiento para el paciente o aconsejará una serie de tratamientos no farmacológicos, beneficiosos tanto para quien lo padece como para sus cuidadores. 

Tratamientos farmacológicos

Si un profesional sanitario los prescribe, es porque los enfoques no farmacológicos no disminuyen el malestar del paciente. Las investigaciones continuas en demencias buscan posibles curas que, por el momento, no se han podido descubrir. Para ralentizar el avance de la enfermedad y remitir sus consecuencias, existen: 

En caso de un cuadro depresivo, donde no necesariamente también se padece demencia, los profesionales de la salud suelen pautar: 

En todos los casos de demencia y depresión del adulto mayor en los que se produzcan efectos secundarios, es necesario hablar con el médico de estas molestias y que nos recete la opción más adecuada para nuestro organismo. 

Tratamientos no farmacológicos

Las técnicas no farmacológicas son intervenciones libres de químicos. En ningún caso sustituyen la medicación prescrita (si la hubiera), siendo un complemento importante para el tratamiento de las personas con demencia. Son opcionales y deben adaptarse a las preferencias del paciente, por lo que tampoco sustituyen a los cuidados. Las que mejores resultados han demostrado son:

En el caso de la estimulación cognitiva, existen programas tanto en línea idóneos tanto para prevenir la demencia como de rehabilitación en fases leves de la patología. 

Activa-Mente es una herramienta completa que entrena hasta diez áreas cerebrales en función de las necesidades de la persona. Estos ejercicios son supervisados por un equipo psicológico profesional, orientando tanto a la persona usuaria como notificando los avances a sus familiares autorizados. 

Un señor mayor cabizbajo, con las manos entrelazadas, llevándoselas a la frente.
En etapas iniciales de deterioro cognitivo, es difícil precisar si el diagnóstico es de demencia o depresión.

No te olvides de ti: Cuida del que cuida

Arrastradas por unas circunstancias complejas, las personas cuidadoras anteponen el bienestar ajeno al propio casi sin pensarlo, sobre todo si tienen casos cercanos de demencia y depresión en el adulto mayor. 

Descuidar las necesidades propias trae consigo un desgaste general. Cuando esto sucede, es importante que te pares a respirar durante unos minutos e identificar si estás rozando tus límites, y así evitar que tú también padezcas trastornos depresivos o ansiosos. 

Si sospechas estar sufriendo el síndrome del cuidador (o burnout, en inglés), es importante pedir ayuda. Si estás experimentando cansancio extremo, sensación recurrente de ineficacia (aunque cumplas con tu labor), impotencia emocional, disociación en el trabajo y/o pérdida progresiva de la propia identidad, en efecto, padeces este síndrome. 

Para lidiar con él, te sugerimos una serie de autocuidados que puedes aplicar en tu día a día

Recursos para pacientes y personas cuidadoras

Confrontar cualquier demencia es una situación muy dura tanto para quien la padece como para sus seres queridos. Si el diagnóstico ya está claro, es recomendable acudir a una trabajadora o trabajador social que te oriente en tu situación y te informe de primera mano sobre qué recursos  —públicos y privados—existen para convivir con la enfermedad como, por ejemplo, tramitar la solicitud de dependencia.

Servicios de atención a domicilio

Los servicios de asistencia a domicilio tienen dos patas diferenciadas pero complementarias, siempre que sea necesario. Ya no prolongan su estancia en la calidez de su hogar, sino que también mejoran su calidad de vida. Las dos formas más habituales son: 

Programas de respiro familiar

Estos servicios de apoyo en casos de demencia y depresión en el adulto mayor ofrecen estancias temporales en residencias donde, durante este periodo, los profesionales especializados brindan todos los cuidados necesarios, permitiendo al cuidador principal disfrutar de un tiempo libre con las que no descuidar su propio bienestar. Estos programas son de carácter público y privado.

Grupos de apoyo para personas cuidadoras

Se tratan de espacios seguros en donde cuyos participantes comparten experiencias, a lo largo de varias sesiones. Su objetivo principal es el de mejorar el bienestar de quienes cuidan, dándoles herramientas y recursos tanto para ellos mismos como para mejorar la calidad de los cuidados. 

Asociaciones de familiares

Los familiares más cercanos son, en la mayoría de ocasiones, quienes asumen los cuidados. Existen multitud de asociaciones de familiares con demencia que trabajan para ofrecerles apoyo y servicios, entre los que destacan el apoyo psicológico y jurídico, conferencias, cursos, vacaciones para personas con demencia o excursiones, entre otras. 

La Confederación Española de Alzheimer (CEAFA) provee un listado por comunidades autónomas, donde puedes consultar la más cercana. 

Conclusión

La demencia y depresión en el adulto mayor, aunque no es estrictamente necesario que vayan de la mano, tampoco es infrecuente que no se solapen en un mismo diagnóstico. Aunque un diagnóstico precoz es la mejor opción para asegurar la mejor calidad de vida posible al paciente, determinar si lo que sufre es demencia o depresión es muy complejo en las fases iniciales. 

Abrazar hábitos saludables puede prevenir o retrasar la demencia. A su vez, conocer que existen una serie de apoyos tanto para familiares como cuidadores, aunque sea mínimo, puede ayudar a aligerar la carga ante una situación tan difícil de afrontar y que comparten tantas personas en el mundo. 

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