
Se estima que la cantidad de neuronas que contiene un cerebro humano es equiparable al número de estrellas suspendidas en la galaxia. Este órgano imprescindible para cualquier ser vivo, que no descansa ni aunque perdamos la consciencia, continúa rodeado de misterios como, por ejemplo, qué es la inteligencia desde una base biológica o cómo recordamos las cosas.
El cerebro es el que orquesta el funcionamiento de nuestro cuerpo y, por supuesto, el paso del tiempo hace mella en él. El envejecimiento cerebral puede darse de forma natural o a través de complicaciones agravadas por diversas patologías. A continuación te explicamos en qué consiste y cómo ralentizarlo.
El envejecimiento cerebral se asocia a la pérdida de conexiones neuronales, esenciales para su normal funcionamiento. El cerebro controla todas las funciones del cuerpo humano, por lo que su deterioro afecta al organismo en su conjunto. Su tasa metabólica es muy alta, acumulando muchos radicales libres —moléculas responsables del daño celular—, responsables directos del envejecimiento.
Al experimentar este tipo de envejecimiento, el cerebro pierde peso y conexiones neuronales, provocando una menor velocidad de transmisión en los impulsos nerviosos. Este deterioro se caracteriza por la acumulación de proteínas y pigmentos (como la lipofuscina), responsables de la muerte y desconexión neuronal. Por suerte, no todas mueren: muchas permanecen en buen estado. Este fenómeno también puede relacionarse con enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer o el párkinson.
El envejecimiento cerebral comienza alrededor de los 30 años. Sin embargo, determinar su inicio exacto es complejo debido a que las personas experimentan de forma distinta estos cambios: pueden presentarse en los nervios y en el tejido cerebral, pero otras viven pocos cambios. Hay que tener en cuenta que no existe una definición de envejecimiento clara, reproducible y aceptada por la comunidad científica en su conjunto.
A partir de los 60 años —edad que también varía— cuando se desencadena un deterioro progresivo de las capacidades físicas, cognitivas, motoras y sensoriales. Entre sus consecuencias más comunes, destacan:
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Se puede lograr un envejecimiento cerebral saludable si se fomentan buenos hábitos en la vejez. Mantener una vida social activa en edades avanzadas es clave, pues la soledad no deseada y sus efectos emocionales provocan el avance de este deterioro. Otra estrategia de prevención es evitar lo máximo posible la exposición a contaminantes ambientales, aunque esto depende de la sociedad en su conjunto.
Practicar ejercicio físico siempre es una inversión saludable en múltiples aspectos. Mejora el estado anímico, se reduce el estrés, mejora la autonomía de los adultos mayores y beneficia directamente al cerebro generando nuevas neuronas. Además, es muy recomendable para controlar el riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer o la demencia vascular.
Si va a comenzar a incorporar estas rutinas en su día a día, se aconseja escoger una actividad acorde a nuestras condiciones físicas de salud, y siempre bajo recomendación médica. Si la actividad nos motiva, será mucho más fácil establecer una rutina, pues nunca es tarde optar por una vida activa.
Algunas actividades físicas que pueden ayudar a retrasar el envejecimiento cerebral son:
Una alimentación equilibrada es un pilar esencial del envejecimiento saludable, existiendo alimentos que ralentizan el envejecimiento cerebral y que ayudan al cuidado de este órgano tan determinante. El cacao contiene flavonoides, claves para una buena memoria y una adecuada circulación sanguínea. Por otro lado, el hígado y la yema de huevo son ricos en fosfatildiserina —esenciales para reforzar la función mental—, pues ayudan a la mejora de la memoria tanto en personas mayores sanas como en las que padecen patologías neurodegenerativas.
Los alimentos ricos en colina —como el bacalao o el huevo cocido— protegen al cerebro reduciendo posibles proteínas dañinas, y los que contienen ácidos omega-3 —como el salmón— refuerzan las conexiones entre neuronas. También debemos tener en mente los alimentos ricos en antioxidantes, pues contienen vitaminas A, B12, C, D y E, así como minerales como el zinc o el magnesio, claves para prevenir y/o mantener un cerebro sano.
El funcionamiento del cerebro es relativamente estable durante la mayor parte de la vida adulta, por lo que los cambios asociados al paso del tiempo no tienen por qué desembocar en una pérdida de la función cerebral. Esta merma puede darse a consecuencia de múltiples factores, como cambios en las sustancias químicas del cerebro (neurotransmisores), en las propias células nerviosas, por las sustancias tóxicas que se van acumulando o debido a cambios en el flujo sanguíneo.
De hecho, hay una serie de enfermedades asociadas al envejecimiento cerebral, produciéndose con mayor frecuencia al alcanzar edades avanzadas:
El cerebro no sólo se nutre de ejercicio físico, también necesita estimulación a través de retos mentales. La lectura, el ajedrez, los juegos de mesa —que además de ser divertidos fomentan la socialización—, o los crucigramas son estupendos ejercicios cognitivos para adultos con los que hacer frente al envejecimiento cerebral.
También existen innovaciones tecnológicas de estimulación cognitiva que han llegado para quedarse y ayudar a mantener un cerebro joven y entrenado. El plan Activa-Mente es ejemplo de ello, pues a través de una serie de actividades se estimula la neuroplasticidad del cerebro —es decir, la capacidad de aprendizaje, adaptación y recuperación de lesiones cerebrales—, esencial para mantener este órgano activo y en forma.

Como ya hemos mencionado, unos buenos hábitos —tanto físicos como mentales— favorecen el buen estado de nuestro cerebro. No sólo cuidando de esta forma ayudamos a nuestro cerebro: participar en actividades o disfrutar de una vida social activa son también muy importantes para evitar el deterioro de este órgano tan importante. Despejar nuestra mente y desconectar durante un rato de nuestras preocupaciones cotidianas también es muy beneficioso para el buen funcionamiento, y eso puede realizarse a través de la lectura, del ejercicio o gracias a la estimulación cognitiva online.
Evitar hábitos nocivos como el consumo de tabaco o de alcohol —que interfieren directamente en la función neuronal—, o alimentos pobres a nivel nutricional también son otra forma de cuidar el cerebro.
El envejecimiento cerebral se presenta de forma distinta en las personas, pues está condicionado tanto por factores biológicos como ambientales, por lo que cada tipo de envejecimiento es distinto. Apostar por una vida sana donde se combine ejercicio regular —tanto físico como mental—, una alimentación saludable en la que se incluyan alimentos que mejoren la memoria y evitar el aislamiento social son factores clave que evitan el deterioro del órgano más importante de nuestro cuerpo.
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